Carta al arquitecto:
He estado esperando a que vengas a remodelar mi casa. Mi casa de tres pisos. Y te voy a explicar qué está pasando en cada uno de ellos, para que vengas a arreglarlos pronto.
El primer piso tiene dos habitaciones, que últimamente tienen muchas goteras. Las pintaron de color café, y por la mañana abro las cortinas para que el sol las ilumine. Las cortinas son de seda negra, largas con pequeñas curvas al final, como de adorno y encaje. Por la noche cierro las cortinas y las habitaciones se vuelven oscuras, tan oscuras que viene la lluvia y las goteras las empiezan a mojar. He tratado de que estas goteras no echen a perder el color café y marrón tan hermoso de las paredes. Pero, viene esta lluvia melancólica, y gotea, y gotea. Porfavor, ven a arreglar las goteras. Ya han goteado demasiado.
Despues está el caminito con dos huecos al fondo, que lleva al cuarto color carmesí. Este es un cuarto muy hermoso, de mis favoritos. Quisiera mi querido arquitecto, que vinieras a quitarle un poco de carmesí al cuarto. Quizá al natural se vea mejor. Pero deja la textura de las paredes igual, son tan suaves que da tentación besarlas todo el día.
Te acuerdas que en el techo del primer piso, hay un tejado de cabellos brillantes que acarician como el viento. Ultimamente estan inmersos, quietos, inmóviles. No sé tampoco que le pasa a este techo, pero si fueses tan amable de arreglarlo y acariciarlo, haber si así vuelve a tener el movimiento que antes tenía.
Ya sabes que las puertas laterales siguen abiertas, y prestas para escucharte venir.
Luego el segundo piso. Sigue igual que como lo dejaste pero ahora muy solitario. Necesito que le eches una manita a este piso. Siento que debo de quitar todo lo que lo decora. Cuando vengas déjalo vacío y aprecia cada esquina y cada espacio. Quizá coincidamos que sin tanto adorno se ve mejor. El corredor de en medio sigue perfecto ya que separa las dos habitaciones curveadas que diseñaste de una manera muy sensual. Te pido que vengas a darles aun más forma, quizá entonces se sientan con más calor de hogar y no tan frías como ahora.
En el centro del piso firme, que puliste hace tiempo, sigue existiendo hasta abajo, el mismo hueco de siempre. ¿Qué así tiene que ser o en realidad se te olvidó taparlo?
Sigo sin entender porque no me siento bien en los pasillos laterales del segundo piso. Se la pasan rectos, inmóviles. Ya no sirve el botón que los movía. Cuando estoy ahí, me siento hasta vacía, como si no tuviera nada en las manos, nada que dar, ni recibir.
¿Crees poder hacer algo al respecto?
Y bueno, por último el piso más difícil de todos pero el más tentador, el tercero. Es fácil bajar al tercer piso, pero difícil subirlo ¿no crees? Yo recuerdo que lo bajabas y lo subías con mucha destreza. Te quedabas largo rato en el centro de la habitación, buscando surcos, probando la textura y el sabor del suelo. Nadie hasta ahora ha bajado al tercer piso. Y te he estado esperando para que lo termines. Prometiste que algún día vendrías a explorar la parte trasera del piso conmigo. Quedaste en que dejarías a desnivel el suelo de la parte trasera. Que porque así te gustaba... curveado y firme.
Luego quise explorar el terreno valdío del tercer piso, descubrí que desde abajo se tiene una perspectiva increíble de la casa, en todo su esplendor. Dos caminos largos y hermosos, me llevaron a otros 10 caminos aún mas curiosos. El regreso es bastante interesante y cansado, pero vale la pena volver a la matriz del tercer piso. Caminos escondidos se encuentra en la matriz, en el centro de este piso maravilloso. Pero quiero que vengas a hacer tus arreglos pendientes. Dijiste que encerarías el suelo de los dos caminos principales. Que probarías a meter una que otra mano a la matriz, haber que se puede hacer. Y que si tenías tiempo, moldearías a tu antojo la entrada principal del tercer piso, metiendo y sacando el material adecuado.
He estado esperando a que regreses. Ya quiero tener lista mi casa, tu casa. Además cada espacio tiene tu mano, tu huella, tu esencia... No cabe duda que mi hogar te extraña todos los días. Y cada día más y más.