Saturday, October 28, 2006


MONARCA
Podíamos volar, no lo hicimos. Era más fácil dejarse al olvido. Pudimos haber hecho realidad tantos sueños, nos empeñamos en dejarnos llevar por el destino. Pensé que nuestras coincidencias se tejieron por sí mismas, y la verdad es que uno es capaz de diseñar cualquier camino. Podíamos suspirar, no lo hicimos. Fué mas sencillo dejar todo al pasado. Somos seres tan capaces de reproducir nuestros anhelos, pero más capaces de encontrar la apatía. Imaginar no es tan difícil. A veces el vuelo requiere esperanza. Uno al principio no sabe por dónde se va, no basta la razón. Pero nuestra capacidad humana de amar, sí lo sabe todo. ¿Sería mucha la distancia entre los dos? ¿Faltaba mucho por recorrer en nuestra propia vida? Probablemente esas cuestiones sean ilógicas para la naturaleza. Podíamos amar con todo y por todo. No lo hicimos. No clamámos por nuestra, nuestra metamorfosis. Ambos podíamos convertirnos y transformarnos juntos. Los dos estábamos listos para emprender un camino de cambios. Un camino de batallas y consuelos. Nadie dijo que sería fácil. Cada etapa es difícil, y requiere de sus propios nutrientes para sobrevivir. Podíamos volar, no lo hicimos. Nos quedamos todo el tiempo, divagando en las distancias.
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Cada año la mariposa monarca visita los bosques oyamel de los estados de México y Michoacán.
El viaje hacia México es de unos 4000 kilómetros y dura aproximadamente 25 días.
Las mariposas llegan a nuestros bosques a finales de octubre y principios de noviembre.
La última generación de monarcas, que es la que realiza la migración, llega a vivir hasta nueve meses.

Tuesday, October 17, 2006



Memorias para borrar y reciclar. Novela (fragmento)

"… cuando uno logra imaginar el infinito, es cuando puedes entender que las cosas no terminan, simplemente evolucionan y se transforman armónicamente. Ojalá que nos pase lo mismo. Ojalá."Alu Pineda, Junio de 2005.

FRAGMENTO del Capítulo XXIII “El amor es una cosa que no se habla”

[...] Comenzó a caminar por otros rincones de la casa. Iba dejando migajas en el suelo. Por inercia, llegó a la recámara de Lucía. Abrió la puerta. Se sorprendió. Era un cuarto pintado con paredes rosas, muebles blancos con marcos de oro, pinturas fascistas y surrealistas. Libros, muchos libros. Había frascos decorativos con conchas de mar. Abrió una carpeta que estaba en la cama, y vio dibujos de cuerpos desnudos. Felipe miraba sorprendido, Lucía tenía talento. Se acercó al vestidor. Vio muchos sombreros, vestidos largos y holgados.

- Ella era más elegante… parece ser que han cambiado sus gustos.

Vio que había sandalias de varios colores y blusas de lino, morrales y bolsos grandes tejidos. Se acercó a la mesa de estudio y encontró paquetes de fotos que había tomado Lucía. Minutos más tarde se acercó a la computadora, revisó la música. Para su sorpresa, no había flamenco. La música en su mayoría era extraña para sus oídos.

- Qué excéntrica se ha vuelto...

Respiró profundamente mirando a través de la recámara lo que no conocía de Lucía. El olor comenzó a marearlo. Olía a incienso. Siguió vagando y revisó los libros que leía ella, y nada de eso se le hacía familiar. Abrió el cajón del buró, y encontró dos diarios. Uno estaba con llave y otro no. Buscó la llave por algún lado. Pero antes de abrir el que estaba cerrado, revisó el otro:

“Ayer me levanté tardísimo otra vez. Hoy cumplo 16 años y abro los ojos siendo las 5 de la tarde. Me la pasé toda la madrugada tocando la guitarra en el vestidor y fumando mota. El vestidor se ha convertido en mi lugar favorito para componer. Mi hermanita Lucía trató de despertarme para darme un regalo. Yo honestamente ni le hice caso porque eran las 8 de la mañana y a penas acababa de acostarme”.

Felipe cerró enseguida el diario.
- Es de Pablo, qué hace Lucía con el diario de Pablo...

Se quedó pensativo por unos segundos, y volvió a abrir el diario:
“Me encanta ver a Paulina cuando sonríe. Ayer le di un poema, y me dijo que le gustó mucho. Creo que estoy enamorado, algún día le diré lo que siento”.
Pasó otra página al azar y volvió a leer:
“Mi mamá rara vez me mira a los ojos, le da pena verme, o le doy tanta pena, que prefiere no verme”.
“Puedo a veces sentir que la muerte me espera tan ansiosa, y algún día terminaré aceptándola”.
“Me fastidia el mundo superficial, la gente que presume que es feliz, que vive las cosas con placer y no le importa el mañana.”

Felipe leía algunas páginas, pero no quiso leer más.
- Esto es contagioso.

Volvió a guardarlo en el cajón y después abrió el diario que estaba con llave.Era el diario de Lucía, y mientras lo hojeaba, se cayeron algunas fotos y cartas. Recogió las fotos y las miró. Todas eran de Antonio y ella. Las volvió a guardar en el diario y ya no quiso leerlo. Cerró el diario con llave y lo volvió a poner en su lugar.

Se sentó en la cama de Lucía y se acostó. En posición fetal cerró los ojos.Volvió a recordar a Lucía cuando era niña. Recordó el día en que la conoció. Por sorpresa, le vino un recuerdo más lejano: el día en que murieron sus padres. Se sintió melancólico y mientras iba recordando sentía ganas de llorar. Sus recuerdos retrocedieron más atrás, y el paseo de la memoria lo llevó a aquellos años de la infancia, cuando sus padres nunca se ocuparon de él. Siempre estuvo solo con sus abuelos, y el día en que fallecieron ambos, sintió un gran vacío. Recordó los días en que estuvo en los internados, lejos de sus padres. No tiene hermanos, ni conoce a sus primos, ni a sus tíos. Siempre vivió fuera de un núcleo familiar.Comenzaron a escurrirle algunas lágrimas.

Entre esas imágenes que se le venían a la mente, volvió a aparecer Lucía con su sonrisa. Volvía a sentir esos momentos tan latentes… como si apenas hubieran acontecido ayer. Veía el cabello de Lucía en el aire mientras la columpiaba en un parque. La miraba bailando flamenco, cocinando para él, sentándose en su piernas mientras él le susurraba al oído.

Felipe estaba ahí, con el olor de la cama de Lucía, llorando como un niño. Esas memorias que se le venían las tenía que desechar. Ya mucho de éso no volvería a vivirlo, y recordarlo era volver a vivir todo de nuevo. Se sintió triste, triste como cuando Lucía salió de México a Paris, sin avisarle que se iría. Él había llegado con la firme intención de quedarse con Lucía, costara lo que costara. Y si no pasaba eso, entonces se iría sin ningún dolor y nostalgia. Sin embargo, iba entendiendo que lo mejor era irse. Lo que él no esperaba, era que Lucía fuese la persona en la que únicamente él haya confiado, y por lo tanto era vulnerable a ella. Lucía sabía perfectamente lo vacío que estaba Felipe. La amaba, a pesar de que ella era muchos años menor que él. Pero el orgullo y la vanidad, eran más fuertes que su amor.

Abrió los ojos, se secó las lágrimas. Se incorporó y estuvo sentado un rato. Miró al suelo y vio un sobre tirado. Pensó que podría ser alguna de las cosas que se le habían caído del diario. No le dio importancia y lo dejó encima de la cama junto con las rosas que le había comprado a Lucía. Él no leyó, que al otro lado del sobre decía: “Para Felipe”. Recorrió por última vez el cuarto. Tocó cada superficie, como si pudiera tocar a Lucía a través de los muebles y las paredes.Cerró la recámara, tomó sus cosas que estaban en la sala. Echó un último vistazo… y se fue.

Saturday, October 14, 2006


" Sólo he sido una mujer con corazón de hombre ". María Félix

Memorias personales.

Ayer fue un día terrible. Lleno de estrés y confusión. Pero aquí estoy, lidiando con el día a día. Sin importar lo que pase sigo en pie. Fuerte como una roca. Sin embargo, es inevitable mi tristeza, mi soledad.
Traté de explicarme a mí misma, que las cosas pasan por algo. ¿Por algo? ¿Por qué? Quisiera entender.
Tuve un día difícil. Ayer fue un día de repetirme mientras me miraba al espejo: "De qué estás hecha".
¿De qué estoy hecha? ¿De barro, de plata, de rubí? De carne, hueso, sangre... ¿sentir?
Tengo mucho temor. Mucho temor que entre todo este tumulto de tragedias, no logre brillar mi luz al final de este año.
Me preocupo por tantas cosas, que no logro concentrarme. Enfocarme. Ésa es la palabra.
Pero temor a miedo. Qué me puede dar miedo. Nada, absolutamente nada. Nada me da miedo.
Con lo de ayer me bastó para darme cuenta que puedo ser más fuerte de lo que yo misma espero.
Hoy amanecí, temprano como siempre. Y me bañé, me vestí, desayuné licuado de avena con plátano, me colgué el estetoscopio, me puse la bata. "Allá vamos", me dije. Y salí de la casa como si nada pasara. Como si nada grave hubiera pasado.
Pero queridos amigos, lectores míos. Hoy es un día (que a pesar de las apariencias que logro proyectar), se torna melancólico a cada paso que doy. Hoy estoy de luto a mis días difíciles. No miento: ayer con la lluvia tan bonita, pretendía ponerles un post genial. LLeno de poesía, de amor, de cosas bellas. Pues porque ésta es, sí, la vida nuestra es, la historia más bella del mundo; porque se ha concebido desde el principio de nuestros días cavernícolas, de una manera poderosa y genial.
Porque es hermoso ver crecer a mis sobrinitos, porque es hermoso poder decir te amo, porque la pasión que uno lleva por dentro, en el cuerpo desnudo, en la belleza de nuestro espíritu y nuestra sabiduría y aprendizaje, nos hace maravillosamente humanos.
Pero por las mismas razones humanas, hoy me declaro en quiebra moral. Y deseo terminar este día, con una taza de chocolate caliente, abrazando los pocos días de mi madre, los que Dios permita que le queden, curarle sus heridas, animar a mi padre, checar que mi hermano esté tomando sus tranquilizantes, y avisar a mi amiga Dianne, que hoy no podré ir a la carne asada de la que toda la semana me estuvo hablando.
Hoy no quiero ser fuerte, fuerte como una roca. Siempre, de veras, siempre termino mis días con la frente en alto, y camino con aire vaporoso por las calles, la gente pensaría que no me hace falta nada en esta vida. Hasta tengo la mirada penetrante. Pero, hoy amigos lectores, tengo una mirada que en el fondo revela mi profunda tristeza y decepción.
Mañana... seguirá esta historia tan bella. Cualquier historia, la tuya, la mía... es bella hasta en sus más perfecto errores, desventuras, y tristezas. Ésa es la vida, la vida bella, la que tiene tropiezos, rasgaduras, pérdidas, muertes... porque se recrea a sí misma gracias a sus múltiples facetas. Así como hay tiempos buenos, hay malos. A veces no ocurre simplemente nada interesante.
Mañana, mañana amigos míos, será otro día. Nada nuevo, ¿verdad?

Tuesday, October 10, 2006


DULCE OTOÑO

Camino a la casa, miré hacia arriba. El cielo lleno de nubes oscuras. Hermoso.
Prometí cuando llegara a la casa, que te haría el amor. Que te llenaría de besos y caricias. Y que al tono de la lluvia, me iría quitando la ropa mientras subiera las escaleras, y ya al desnudo te sorprendería en la regadera, tocaría tu espalda con mi pecho, y bajaría mi mano entre tus piernas.
Con la lluvia imaginaria entre nuestros pliegues y besos, dejaría que nuestros sexos se unieran una y otra vez, resbalando tan adentro de nuestro cuerpo, que el eco de los gemidos ensordecería el tiempo, tanto que te olvidarías de tu cita, de tu trabajo, de tus pendientes... de todo, y no de mi.
Pero te encontré a medio vestir en la cama, con la intención de irte a bañar; pero el sueño te ganó y la almohada te llevó a otros mundos desconocidos para mi. Tu cara angelical me hizo abrazarte.
Te quité los zapatos, y te acomodé en la cama, y con destreza me acomodé en tus brazos para acurrucarme en ti.
Mientras veía hacia la ventana, la lluvia comenzó a caer tupida y revuelta. Respiré tu olor con agrado. Ya sabes que me encanta tu perfume.
Yo imité tu hábito y cerré los ojos. Traté de encontrarte en tus mundos, y comencé a soñar contigo.

Thursday, October 05, 2006

The nigh café- `I have tried to express with red and green the terrible passions of human nature Vincent.

Relatos personalizados...

"Terribles o no los placeres. Allá voy", me dije. Me paré de la mesa. Apagué la computadora. Saqué el pantalón color café oscuro. La blusa de seda verde otoñal con detalles dorados. Los tacones dorados. Y saqué del closet de mi mamá la bolsa color verde cón cobre, que tanto me gusta. Mi encantador otoño. Todo es mas bonito en esta temporada. Así que salí de la casa a las 11 de la noche con la firme decisión de olvidarme un rato de mis problemas. Sabía que tenía que leer dos capítulos enteros de gastroenterología, pero rara vez tomo decisiones de estas. Cabello recogido, aretes largos, por qué no. Maquillaje discreto, sombras color humo, pestañas con suficiente rimel, y un glos color perla tentador y discreto. Un poco de blush en las mejillas, y listo. Nunca me ha gustado maquillarme tanto. Así que bien perfumada, con mi nueva adquisición Very de Valentino; salí de la casa. Salí como que nadie se diera cuenta de mi desaparición. Shhh que no se oigan los tacones. Llegó el radio taxi, y "por favor lléveme a tal lugar".

Legué al caserón. Estaba atascado de gente. Mientras iba caminando, no podía dejar de ver el cuarteto de cuerdas fabuloso que estaba en el jardín de la lujosa casa. Casi me tropiezo, cuando comenzó mi melodía favorita: Tango, de Itzhak Perlman. No sé cuántas y tantas veces la escucho a la semana, pero era para mí un deleite volver a escucharla.. Me sentía joven, lo soy pero a veces mi vida rutinaria, me obliga a concentrarme en deberes y más deberes. Hace tanto que no volvía a esos ambientes. Me sentía extraña, y feliz. Buscaba por todos lados a mi amiga, cómplice de mis travesías. Y no la veía por ningún lado. Hasta que ví miradas que se deviaban a cierto lugar de risas. Claro ahí está. Me fui acercando a ella. Como siempre muchos hombres rodeándola y copas, y risas, y miradas furtivas. Exclamó MI nombre, se apartó enseguida del tumulto, y se acercó a abrazarme y a reclamarme que por qué tan tarde. "Estaba aburridísima" y yo le respondí: claro, se te nota lo aburrida que estás. Sonreímos y le elogié su vestido negro, y sus botas de tacón altísimo. Si yo no fuera tan alta, usaría esos tacones. Pero bueno... la gente estaba al lado de la fuente y la alberca. Yo no quise mojarme, y preferí entrar a una de las salas bohemias.

Ahí, ahí estaba un amor de antaño. El hermano del abogado encantador que en paz descanse, el anfitirón de la fiesta: Martín. Pensé: menos mal que no tengo clases mañana, y que puedo desvelarme con éste tipo hasta el amanecer. Pero Dianne Pineda, mi amiga, prima lejana, uña y mugre, se acercó primero. Se lo llevó, así nadamás sin avisar. Perfecto!

Me quedé sentada, me sentía triste. Así me había despertado, y así probablemente me tendría que dormir. Pude mirar lo feliz que estaba Dianne. El la miraba con mucho agrado. Ni si quiera me saludó. Para mi suerte, estaban tocando la de Nocturne en cello, de Tchaikovsky. Qué melancolía empecé a tener. ¿Qué yo ya no era parte de esa superficialidad, de modas, de copas, de gente popular? De dónde era, de qué parte, de qué extraño lugar. Me miré en el reflejo de una ventana: ¿Tendré arrugas? Me acerqué más a la ventana para mirarme de cerca, en el reflejo vi a Dianne con otra persona. En dónde estaría ahora el anfitrión codiciado.

Bajé las escaleras para volver al jardín, caminé un rato por ahí. Algunos ya estaban sumamente borrachos. Miré el reloj, una y media. Todavía no era muy tarde. Me dieron muchas ganas de irme a algún bar donde tocaran Jazz, o algún lugar donde pudiera jugar billar. Me sentí desesperada. Por qué ya no me podía divertir. Llegó por atrás Martín. Su saludo pegajoso en la mejilla y su bienvenida a la super fiesta, susurrandome con el aliento las palabras. Yo sonreí diplomáticamente, sin mucho agrado. Aunque ya el anfitrión por fin se había dignado a saludarme, no me sentía ni cómoda. "¿Te gusta? la fiesta linda? Está agradable la fiesta Martín, pero como que yo soy la que no está agradable. No me estoy diviertiendo. Se te nota. Por qué no vamos allá adentro, tengo que enseñarte algo que te va a gustar. Acabo de decorar mi estudio. Y me inspiré en algunos clásicos. ¿Quieres ver?"

Me ofreció su mano, y como niña en excursión me iba guiando. El ruido de la fiesta se fue apagando. Entramos y enseguida noté los muchos cambios que había hecho. "Martín, el estudio cambió mucho, ya no tiene la esencia de tu hermano. Claro que no la va a tener Alu, él ya murió. Ahora este lugar es mío, tiene que tener lo que a mí me gusta. Qué no te gustan estos Van Gogh. Sí, si me gustan Martín".

Justo el cuadro, verde-rojo, llamó mi atención. "Es curioso ¿no Martín? Cómo nos dejamos llevar por las pasiones con tanta facilidad. Los placeres tantas veces nos manejan como si fueramos... ¿Nada? No te tomes tan en serio la vida Alu. No te la tomes tan en serio".

"Tú crees que me la tomo en serio ehh. Pues por lo menos yo no tardo meses en organizar una fiesta, para poder demostrarle a la gente lo importante que soy. O para mantener la amistad de mis amigos. Yo ni si quiera hago fiestas en mi cumpleaños".

"Te resignaste solita a dejar tus ambiciones y codicias, porque preferiste la vida humanitaria y de una manera tan dramática, que hasta pensaría cualquiera que te quieres ganar el premio nobel de la paz. Sin embargo, bien sabes que en el fondo esta vida es la tuya y te gusta. A quién no."

Me senté en un sillón. Me recosté y me quedé mirando el cuadro de Vincent. "Tienes algo de razón, cada quien vive sus placeres y superficialidades a su manera. Cuántas veces me he sentido soberbia de mi propio conocimiento o sabiduría".

"Así es, pero cada quien también tiene su propia vocación, tú eres feliz con lo que haces, déjame a mí hacer lo mío. Estos son mis amigos, los que visitan mis galerías, mis tiendas, mis cafeterías. Yo no puedo quedarles mal. Muy pocas veces puedo visitarlos, o charlar con ellos. Así que trato de compartirles lo que yo tengo, y de qué mejor manera que ésta. Una fiesta no le hace daño a nadie, al contrario, se divierten, se quitan mucho estrés, pueden saludarse, entablar relaciones de negocios, cerrar acuerdos, enamorarse. Es el mejor momento para poder trabajar, y entretenerse a la vez."

Nos miramos, se acercó a mí. Mis ojos se estaban cerrando. Me tomó de la mano, subimos unas escaleras, entramos a su recámara. Me acomodó en la cama, me quitó los zapatos, me tapó con una colcha enorme y suave. Me puso más almohadas. Me ofreció unas cajas para los pupilentes y líquido, me quité los pupilentes. Me dió un beso en la frente. Comenzó a apagar las luces.

Se acercó a mí: Alu, descansa. No tenías por qué venir. Yo entiendo tu ritmo, y entiendo tus ideales. Así que lo que usted tiene que hacer es descansar, porque está en exámenes. Acuérdate que cuando esté viejito tú me vas a curar y quiero que me cures bien."

Se sentó al lado de la cama. Y esperó a que me durmiera. Yo la verdad tenía mucho sueño y no tardé en quedarme dormida.

Dianne me habló al celular hoy en la mañana y me contó todas sus aventuras y ligues. Yo sonriente la escuché y claro, me reclamó por qué me había ido de la fiesta. En realidad yo seguía ahí pero dormida.

"Aluuu para qué te ibas, justo cuando te fuiste empezó lo bueno, el cuarteto se retiró y pusieron música para bailar, todo mundo se puso en ambiente, llegó más gente, había un chooorro de chavos guapos, estaban casi todos nuestros amigos, solamente faltabas tú"