Thursday, January 04, 2007



Me preguntaba por qué no te había escrito nunca nada, o por qué dejé pasar tanto tiempo para hacerlo de nuevo.
¿Recuerdas cuando éramos tan jóvenes? Lo somos pero antes lo éramos más. Yo usaba el cabello bien cortito cuando me conociste, y tú tenías puesto un traje militar.
Sé que pensaste de mí lo peor. Pues no quise aceptar ninguna de tus invitaciones.
Han pasado tantos años ya, que a veces me cuesta trabajo recordar con certeza aquéllas pláticas densas que tuvimos. De qué pudimos haber hablado siendo unos adolescentes.
Hablábamos de muchas tonterías, eso lo sé. Pero también hablábamos de nuestras ambiciones, de lo que soñábamos, de lo que nos gustaba hacer.
Han pasado ya varios, varios años. Hemos cambiado nuestros gustos, nuestros pensamientos, nuestros modos, nuestras manías. Ya no te comes las uñas, ya no he comitido la locura de cortarme el cabello tan chiquito. Ya no eres tan tímido, y me miras a los ojos. Ya no soy tan extrovertida y suelo andar muy sola. Los años te han hecho más ágil, más vivo. Los años a mí me han devuelto mucho hastío.
Aún así, somos felices, lo hemos sido. Y curiosamente hemos avanzado en muchas cosas. He aguantado tus necesades, tu has aguantado mis perfeccionismos.
Me has visto pasar en ropa interior tantas veces por tu sala, y tú has echado a perder el desayuno con tus inventos y experimentos de cocinero sin sazón.
En mis noches enfermas, me has cargado hasta el baño para vomitar. Incluso muchas veces he embarrado tu saco de lágrimas y mocos cuando tengo gripa. Eso a ti no te ha importado, todo lo que ha tenido que ver con mi nombre es valioso y único para ti.
Eres fiel, te encuentro hasta en los momentos más inoportunos. Me encuentras en tus momentas más agonizantes.
A veces me pregunto qué hemos sido: ¿Amigos, novios, más que amigos, menos que novios?
En que punto de nuestro encuentro se ha dado toda esta relación. Somos totalmente diferentes, y aún así has aprendido mucho de mí, yo he evolucionado contigo.
Nunca hablo mucho de ti, pero definitivamente ya han pasado muchos años. Yo creo que el tiempo ha sido testigo de una amistad sincera. De un amor sin límites, sin fronteras.
Yo no te amo, ¿tú me amas? Yo sé que sí, lo veo en tus ojos. Pero me es tan difícil dejar de relacionar todo a tu nombre, que ahora entiendo cuando dices que no puedes extrañarme, porque ahí, hasta en la taza de café, me miras y contemplas mi sonrisa.